Herschel Grynszpan, un judío alemán que había huido a Francia, recibió una carta de su familia, que se encontraba entre los deportados, en la que le explicaban la terrible situación que estaban viviendo. Grynszpan pidió ayuda a Ernst von Rath, secretario de la Embajada alemana en París, pero éste se la negó en reiteradas ocasiones. Entonces Grynszpan, el día 7 de noviembre, disparó contra el funcionario, el cual murió dos días después a causa de las heridas producidas por los disparos.
El asesinato de Von Rath fue la excusa perfecta para organizar un ataque contra ciudadanos judíos en toda Alemania y en Austria. Se organizó de forma que pareciese algo espontáneo, aunque en realidad fue organizado y alentado por Joseph Goebbels y otros nazis, con el beneplácito de Hitler.
La noche del 9 de noviembre de 1938, se produjo un estallido de violencia contra la población judía en todo el Reich. En dos días, más de 250 sinagogas fueron quemadas, más de 7.000 comercios de judíos fueron destrozados y saqueados, docenas de judíos fueron asesinados, y cementerios, hospitales, escuelas y hogares judíos fueron saqueados mientras la policía y las brigadas de bomberos se mantenían al margen. Estos pogromos fueron conocidos como Kristallnacht “la Noche de los Cristales Rotos”, por la cantidad de escaparates de comercios judíos destrozados.
La mañana posterior a la revuelta, más de 30.000 judíos alemanes fueron detenidos por el “delito” de ser judíos y fueron enviados a campos de concentración. Se les prohibió reabrir sus negocios y se les impuso un toque de queda que limitaba las horas del día en que podían salir de sus casas. Por supuesto, se les prohibió cobrar los seguros por los destrozos. A los niños, que ya tenían prohibido entrar a museos, parques y piscinas, se les expulsó de las escuelas públicas.
A pesar de que sus negocios ya habían sido destruidos y saqueados, se impuso a los judíos una multa colectiva de mil millones de marcos del Reich. El encargado de anunciar la sanción fue Hermann Göring.
Estos sucesos fueron conocidos en todo el mundo y algunos países cortaron sus relaciones diplomáticas con Alemania. La España franquista justificó y aplaudió el pogromo, mientras que el bando republicano lo condenó y apoyó a los judíos.
Para muchos, la Noche de los Cristales Rotos fue el primer paso hacia el holocausto
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