Mucho antes que los países que habían luchado contra la alemania nazi llamaran para comunicar su victoria, Susan, una joven sargento británica que estaba destinada en la ciudad francesa de Reims, celebró discretamente el fin de la batalla en Europa .
En mayo de 1945, Susan era miembro del Servicio Territorial Auxiliar, una división con sede en la pequeña escuela de ladrillo rojo que hacía de cuartel temporal del General Eisenhower, en el noreste francés.
En la madrugada del 7 de mayo, en una habitación sin ventanas, Susan fue testigo de un acontecimiento histórico:
la capitulación de todas las fuerzas nazis.
Como secretaria del Cuartel General de las Fuerzas Aliadas, la chica jugó un papel esencial en la redacción y corrección del documento de rendición.
Negociaciones
"En los días que precedieron a la rendición, sabíamos que algo estaba ocurriendo- había en el aire un verdadero sentimiento de nerviosismo", recuerda Susan.
"Estuvimos redactando documentos durante cinco días. Comenzábamos por la mañana temprano y terminábamos tarde en la noche. Yo escribí los documentos en inglés, y otras tres secretarias escribieron las versiones en francés, ruso y alemán".
Susan, que ahora vive en Hampshire, Inglaterra, comenzó a escribir el acta de rendición militar el 6 de mayo y terminó en la madrugada del día 7.
"Funcionarios e intérpretes iban y venían. No se nos permitía dejar la habitación. Había cambios y enmiendas constantes. A menudo tenía que comenzar de nuevo desde el principio. La versión británica del documento era bastante básica, a pesar de que muchas personas habían trabajado en ella", cuenta Susan.
Una vez terminados, los documentos fueron trasladados a la "habitación de la guerra" que estaba cubierta de mapas de arriba a abajo.
En el centro de la habitación había una gran mesa negra de madera, que un periodista describió como "la mesa más importante de la tierra".
Hacia las 02.30 horas de la madrugada del 7 de mayo, diez oficiales aliados entraron y se sentaron alrededor de la mesa, y después se convocó a los alemanes.
El General Alfred Jodl entró en la habitación en representación del Gran Almirante alemán Karl Doenitz, que había tomado el relevo al frente del nazismo tras la muerte de Hitler, a finales de abril.
"Estábamos muy, muy cansadas. Llevábamos mucho tiempo esperando. Entramos en la habitación, donde había muchos periodistas y fotógrafos. La propia firma tuvo lugar en silencio. No hubo celebraciones", recuerda Susan.
Pero me pidieron que hiciera un último trabajo: escribir el mensaje que informaría a la oficina en Londres de que la guerra en Europa había terminado".
Susan Hibbert.
No hay comentarios:
Publicar un comentario